Las 《murallas de madera》de la profecía délfica habían salvado a Atenas en forma de barcos, según su interpretación del oráculo.
Pero ahora había llegado el momento de aplicar la interpretación de 𝗔𝗿í𝘀𝘁𝗶𝗱𝗲𝘀 y construir murallas reales, no sólo alrededor de la Acrópolis, sino de toda la ciudad.
En caso de invasión, aunque el Ática fuese devastada, la población podría refugiarse en la ciudad y combatir desde las murallas.
Los espartanos, naturalmente, objetaron esa medida, considerándola un acto hostil.
Los espartanos, naturalmente, objetaron esa medida, considerándola un acto hostil.
La misma 𝗘𝘀𝗽𝗮𝗿𝘁𝗮 no tenía murallas, y pidió que se destruyesen todas las murallas urbanas de 𝗚𝗿𝗲𝗰𝗶𝗮.
(Se cuenta que cuando un visitante preguntó por qué Esparta no tenía murallas, se le respondió inmediatamente: 《Las murallas de Esparta son los soldados espartanos》.
¡Sin duda! Y si se destruían todas las fortificaciones, los soldados espartanos habrían sido los amos absolutos de Grecia.)
Pero los espartanos, como siempre, actuaron lentamente; y los atenienses, también como siempre, lo hicieron rápidamente.
Pero los espartanos, como siempre, actuaron lentamente; y los atenienses, también como siempre, lo hicieron rápidamente.
Mientras aquellos planteaban sus objeciones y Temístocles los entretenía en varias discusiones, los atenienses se dedicaron a construir la muralla.
En el momento en que los espartanos estuvieron listos para actuar, ya era tarde, pues el muro era lo suficientemente alto.
Además de Atenas, se fortificó también el puerto marino de 𝗘𝗹 𝗣𝗶𝗿𝗲𝗼, creado por el previsor Temístocles ya antes de 𝗠𝗮𝗿𝗮𝘁ó𝗻.
Pero pese a todos sus éxitos, Temístocles perdía popularidad. No tenía la absoluta honestidad de Arístides y, como se hizo cada vez más rico, se sospechó que recibía sobornos.
Además de Atenas, se fortificó también el puerto marino de 𝗘𝗹 𝗣𝗶𝗿𝗲𝗼, creado por el previsor Temístocles ya antes de 𝗠𝗮𝗿𝗮𝘁ó𝗻.
Pero pese a todos sus éxitos, Temístocles perdía popularidad. No tenía la absoluta honestidad de Arístides y, como se hizo cada vez más rico, se sospechó que recibía sobornos.
También mostraba un arrogante orgullo por su capacidad y sus triunfos, que se justificaba plenamente, pero disgustaba a los atenienses.
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