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jueves, 21 de marzo de 2013

UNESCO pide a los marchantes de arte que verifiquen el origen de los objetos culturales que ponen en venta

Los bienes culturales constituyen vectores únicos de reconocimiento y promoción de la identidad de los pueblos. 
Su circulación estimula el saber y los intercambios culturales y científicos y alienta el diálogo entre naciones, creando así las condiciones necesarias para el respeto mutuo y la paz.
Pero el tráfico ilícito de estos bienes causa daños graves, a menudo irreversibles, al patrimonio cultural de la humanidad. 

El pillaje de piezas arqueológicas borra cualquier huella de los testimonios histórico y científico acumulados a lo largo del tiempo.
La venta pública de obras procedentes de conjuntos arqueológicos e históricos suscita vivas reacciones por parte de los Estados Miembros de la UNESCO, preocupados al ver que se propone la venta de piezas consideradas parte integrante de sus respectivos patrimonios.
Estas subastas se perciben como la privación de un parte esencial de las culturas locales.
Así, varios Estados Miembros de la UNESCO han pedido a la Organización que apoye sus gestiones para obtener la restitución de obras de arte que salen a subasta pública pero proceden de excavaciones ilegales y han sido ilícitamente exportadas de sus territorios de origen.
La Directora General de la UNESCO desea llamar de nuevo la atención de los actores del mercado del arte acerca del sensible problema del tráfico de bienes arqueológicos cuya procedencia lícita es extremadamente difícil de demostrar.
Irina Bokova apela a la responsabilidad de los profesionales y les pide que apliquen de manera estricta sus reglas deontológicas para utilizar todos los medios a su alcance para verificar de manera escrupulosa el origen de las piezas que ponen en venta, de conformidad con los principios y el espíritu de la Convención de 1970 sobre las Medidas que Deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales y la Convención de UNIDROIT de 1995 sobre los bienes culturales robados o ilícitamente exportados.
En los últimos años, dado el frenesí universal y sin precedentes por la compra de objetos culturales y la toma de conciencia, cada vez mayor, de las legítimas reivindicaciones de los países respecto a la importancia de salvaguardar su patrimonio, el mercado del arte ha puesto en marcha instrumentos más eficaces de regulación (como por ejemplo códigos de ética) y de seguimiento.
Además, el prometedor diálogo entablado entre la UNESCO, los representantes del mercado del arte y los responsables de la protección del patrimonio de diferentes países, está llamado a desarrollarse más aún en los próximos años.
La Directora General pide hoy que se dé un paso más para que los galeristas y los representantes de casas de remate se comprometan a hacer cuanto esté en su mano para garantizar que solo salgan a la venta bienes culturales cuya proveniencia lícita sea indiscutible.
Bokova desea que todas las fuerzas implicadas en la protección del patrimonio y su circulación se unan a los esfuerzos de la UNESCO para lograr la correcta aplicación y respeto de las Convenciones internacionales.

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