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lunes, 11 de marzo de 2013

Los primeros 100 días del gobierno de EPN con logros, pero sin pasar la prueba de las reformas


*El presidente pretende la reconstrucción de la imagen pública del país, sin embargo, este cambio ha sido meramente discursivo
*Falta saber si la voluntad reformista de esta administración tiene fondo, es consistente y cuenta con un contenido verdaderamente progresista

La gestión de Enrique Peña Nieto, en sus primeros cien días, ha tenido logros importantes a nivel de la percepción y la comunicación política, pero no ha logrado pasar la prueba de fuego que radica en la aprobación de las reformas fiscal, energética y de telecomunicaciones, consideró el doctor Roberto Gutiérrez López, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En un balance de los primeros tres meses del gobierno, el académico del Departamento de Sociología de la Unidad Azcapotzalco dijo que en este primer periodo ha habido un cambio en la atmósfera y el ánimo público, si se toma como referencia el último periodo de Felipe Calderón, distinguido por el discurso contra el crimen organizado y un clima de incertidumbre generalizado.
 El investigador señaló que el presidente ha expuesto temáticas relevantes en términos de interés social, que abarcan la seguridad, la inclusión social, el combate a la pobreza, la educación y el crecimiento económico, con lo que pretende la reconstrucción de la imagen pública del país, tanto al interior como al exterior.

Este cambio, sin embargo,

ha sido meramente discursivo

y aún no es posible documentar

que estas propuestas alrededor

de estos ejes de gobierno

cambien la realidad nacional.

Existe el inicio de una serie de procesos de reforma, por ejemplo en educación, combate a la pobreza, particularmente la cruzada contra el hambre, pero todavía es pronto para tener una idea clara de cuál será la desembocadura de dicho proceso, añadió.
El doctor Gutiérrez López observó que pese al discurso, existen señales que le contradicen. En la Secretaría de Desarrollo Social, por ejemplo, tiene una disposición que responde a los viejos usos y costumbres del sistema priista, en tanto que ya ha sido cuestionada la ambigüedad en relación con los criterios para que fuera en unos municipios y no en otros donde arrancara la cruzada nacional contra el hambre.
Al referirse específicamente a la detención de la líder magisterial, afirmó que la señal es “que el poder presidencial está de regreso y que tiene la capacidad suficiente para doblegar a adversarios que se creían intocables”.
Más allá del caso concreto de Elba Esther Gordillo, lo que se está buscando, añadió, es enviar un mensaje de disciplina de carácter general, a los distintos actores sociales, económicos y políticos que tendrán que pensar dos veces sobre la manera como se oponen a las decisiones presidenciales.
No obstante, no hay una acción consecuente respecto a otros personajes de la vida pública gremial y de las administraciones estatales, que deberían ser tratados con la misma vara; en tanto, la bancada del Partido Revolucionario Institucional (PRI) está tratando de evitar una investigación a fondo sobre las cuentas del exgobernador de Tabasco Andrés Granier. 

Con respecto al rubro económico

no existen cifras halagadoras;

ciertamente no hay una crisis

de “intersexenio”, pero tampoco

se observan cambios fundamentales

en lo referente al empleo.

Habrá que esperar para

ver si efectivamente se logra

realzar el ciclo económico.

El investigador reconoció por otro lado que a diferencia del gobierno de Felipe Calderón, el de Enrique Peña ha logrado convocar a los partidos políticos en el llamado Pacto por México, que con todos sus problemas y contradicciones, parece generar una ruta de acción concertada que pueda, en el mediano plazo, avanzar en nuevas reformas.
 Según el doctor Roberto Gutiérrez la prueba del sexenio de Peña Nieto se encuentra en las reformas en telecomunicaciones, la energética y la fiscal. Estos tres ejes de reforma serán la verdadera prueba y “vamos a ver si esta voluntad reformista de la administración entrante tiene fondo, es consistente, pasa por encima de los intereses de quienes se opondrán y cuenta con un contenido verdaderamente progresista”.
 Respecto al regreso del poder presidencial sostuvo que la decisión del PRI de incorporar al presidente en su estructura partidista, “es una de las peores decisiones que el instituto haya tomado”, porque refrenda o confirma uno de los temores de la sociedad y de sectores políticos importantes, en el sentido de que varios de los avances logrados en el proceso democratizador de las ultimas décadas pueda ser revertido.
 Se estaría, subrayó, frente a la reconstrucción de esa relación orgánica entre la jefatura de gobierno y la jefatura de partido, que significa una centralización del poder, una pérdida de autonomía de uno de los principales partidos de México y, sobre todo, queda el riesgo de que la presencia del primer mandatario en la estructura del PRI se traduzca en apoyos indebidos, manejo de recursos equívocos y campañas electorales desiguales.

 Se trata de una medida para apuntalar la imagen de un presidente fuerte, pero los costos son muy altos tanto, para el presidente, como para el partido y el propio proceso democrático. 

Es una decisión que no hace bien al sistema pluralista, ni a la equidad en la competencia, ni a la idea de una presidencia de carácter republicano.
 Frente a esta decisión, el Instituto Federal Electoral tendrá que estar muy atento, aunque ahí tampoco hay un horizonte muy halagüeño, porque su desempeño en relación con ciertos debates y decisiones no ha dado muestras suficientes de independencia, de certeza y de ánimo para poder generar en la opinión pública la noción de que esa institución ha logrado escapar a las cuotas de los partidos y a los manejos parciales.


UAMeros

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